Invitamos a Eduardo Galeano hace unos años a venir al festival de cine del Sahara, en los campos de refugiados saharauis. Le mandamos un correo sin ninguna esperanza, pensando que sería imposible que su agenda le permitiera llegar hasta ese lugar tan retirado del mundo, pero para nuestra sorpresa aceptó inmediatamente. A pesar de nuestra insistencia no permitió que el festival le pagara el pasaje y nos visitó junto con Helena, su compañera. Fue la primera vez que pude conversar con Eduardo, estaba muy contento de estar cerca de los saharauis, hablaba con ellos todo el tiempo, les preguntaba mil cosas y apuntaba todo en una libretita chiquitita, del tamaño de esos libros miniatura que venden los ambulantes en el centro de Lima. En aquellos papelitos resumía en pequeñas frases lo le iban contando los hombres y mujeres saharauis en sus paseos por los campamentos, escribía con una letra tan chiquita que era imposible leer algo sin una lupa. Para que se pudiera comunicar mejor intentamos ponerle un traductor de lengua hasaní, ya que no todos los saharauis hablan español, pero Eduardo ya había fichado de traductor a un niño ‘’no existen mejor manera de conocer algo que teniendo de traductor a un niño’’, nos dijo.  

Después de aquel viaje tuve la suerte de verlo otras veces en Madrid, le gustaba quedar en ‘’La Mallorquina’’ una pastelería de la Puerta del Sol. Me dijo que le gustaba ese lugar por sus pastelitos y porque por alguna extraña razón, era frecuentado por unas señoras elegantes y muy chismosas que hablaban mal de todo el mundo, y que además cuando una de ellas se marchaba, las otras se ponían a hablar mal de la que se acababa de ir, y así con la siguiente. Se divertía escuchando a esas señoras, mientras tomábamos un buen café y unos pastelitos deliciosos.

Eduardo había escrito en aquel encuentro en el desierto un texto sobre los amigos saharauis, en uno de sus viajes por Madrid se le ocurrió rodarlo y lanzarlo por Internet, nos citó a las siete de la mañana en su hotel y junto con Fernando León y Jordi Abusada grabamos la lectura de aquel texto, fue la última vez que lo vi, luego la enfermedad (de la que también le gustaba burlarse) lo fue acorralando.

En ese texto Eduardo dice sobre los saharauis: ‘’Se llaman Hijos de las nubes, porque desde siempre persiguen la lluvia. Desde hace más de treinta años persiguen, también, la justicia, que en el mundo de nuestro tiempo parece más esquiva que el agua en el desierto’’

Nos dejó Eduardo Galeano, uno de aquellos imprescindibles, nos deleitó con su prosa poética y comprometida, siempre tuvo la mirada puesta donde la justicia era esquiva, era también un hijo de las nubes.

Aquí, Galeano leyendo  ‘’Muros”, el texto dedicado a los saharauis.