El Perú vivió el horror sembrado por el terrorismo y también sufrió el terrorismo de Estado. El que lo quiera negar está cerrando los ojos a la historia trágica de nuestro país. Tuvimos una guerra interna que nos desangró, que nos dejó enfermos hasta hoy. Es nuestra historia y hay que conocerla, para que nunca más se vuelva a repetir. Nunca. 

Los que consideran el terror y el culto a la muerte como arma ideológica siempre quieren justificar sus actos, es parte su ideario mesiánico. Pero hay otros que quieren negar el terror de las Fuerzas Armadas. Quieren negar que existió un horno para quemar a los torturados y no dejar rastro. Negar que tenemos veinte mil desaparecidos y que sus familias no pueden tener paz. Negar que asesinaron de manera masiva a campesinos y que en las fosas comunes se encontraron niños, ancianos y cuerpos de bebés de apenas unos meses de nacidos. “Para que tengan éxito, las fuerzas de seguridad tendrán que empezar a matar senderistas y no senderistas por igual”, dijo “El gaucho Cisneros”, ministro de Guerra en esos años (1981-83). También quieren negar que fueron las Fuerzas Armadas las responsables de la gran mayoría de las violaciones sexuales durante la guerra, fue algo sistemático. La vida de los campesinos no importaba nada, la dignidad y la vida de mujeres menos. Hoy existen hijos de esas mujeres violadas ¿Les decimos que en realidad no existen? ¿Los negamos? ¿Les decimos que no están vivos?

¿Qué pasa en Perú? Si hoy se estrenara la película “La boca del lobo”, su director Francisco Lombardi, sería acusado de apología del terrorismo. La película, realizada en aquellos años de horror y muerte, muestra los hechos de la guerra interna. Hoy, décadas después de esa guerra, se quiere acusar de hacer apología del terrorismo al Lugar de la Memoria. El LUM debe permanecer, como permanece la película de Lombardi, que aparte de ser una muy buena obra cinematográfica, es una herramienta para conocer lo que pasó.

“Un personaje disfrazado de sordomudo, ex general del Ejército y congresista de la República, se infiltra al más puro estilo de Cantinflas en el Lugar de la Memoria y empieza una campaña para cambiar la historia”. Esto que acabo de escribir, aunque no lo crean, no es la sinopsis de la próxima comedia de éxito en los cines del Perú. Es real. Y sería muy buena comedia, si no fuera una campaña que quiere tapar violaciones de los Derechos Humanos, que juega con el dolor de las víctimas, busca desprestigiarlas y se ríe de ellas.

Se suman a esta cantinflada la ministra de Cultura y el Gobierno. Pero el país no puede ser parte de esa trágica comedia. El Perú debe defender la memoria, conocer y defender la verdad, aunque duela. Es la única manera de curarnos de esa guerra que nos dejó con una herida que aún sangra y llora.

Un día el Lugar de la Memoria tendrá un espacio más, uno sobre los negacionistas, aquellos que quisieron borrar lo que pasó y no pudieron.


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