Ayer se presentó la revista Vuelapluma que dirigía mi padre, el poeta Arturo Corcuera. Está vez la revista le rinde un homenaje. Me pidieron que escribiera unas líneas para la presentación (me encuentro en Madrid y no podía asistir). Quiero compartir las palabras que envié y un poema: 

Para mi padre la poesía siempre fue un juego, jugaba con las palabras y se divertía con ellas, aunque algunas veces lo hacían sufrir y lo desvelaban por las noches. También le gustaba jugar a publicar revistas, dirigió algunas, y en esas aventuras siempre mi tío Lorenzo fue su gran compañero de juego. Se divertían juntos y disfrutaban de cada página de la publicación.

La poesía es un juego, un “fuego” de palabras, que se escribe con la vida, solía decir mi padre.

Una vez, cuando yo era niño, estaba jugando con mi zapatito blanco en la acequia de nuestra casa, jugaba a que mi zapatito era un barco y navegaba. En un momento mi zapatito desapareció en uno de los túneles de la acequia y naufragó. Lloré mucho, mi padre me consoló. Años después descubrí este poema en una edición de Noé Delirante:

Jugar a hacer poesía

(Variaciones)

Utiliza las palabras niño, zapatito, acequia, barco.

1

Su zapatito blanco

puso un niño en la acequia

a falta de barco.

2

A falta de barco

cruzó un niño la acequia

sin su zapatito blanco.

3

Un barco navegando.

Sobre la acequia un niño

va en su zapatito blanco.

4

El niño quedó sin barco.

Arrastra la acequia

su zapatito blanco.

5

Un zapatito blanco,

un niño y la acequia

sueñan con su barco.

6

Se fue un niño en barco

con su zapatito blanco.

Sola se quedó la acequia.

7

No hay niño ni barco

ni sueños, ni acequia,

ni zapatito blanco.

Hace poco mi padre dejó de jugar con las palabras. En esta edición de la revista Vuelapluma a mi tío Lorenzo le tocó jugar solo, pero estoy seguro que disfrutó como cuando jugaban y se divertían juntos.

Gracias tío Lorenzo, y gracias a todos por recordarlo.