Aldo Mariátegui ha vuelto a escribir sobre la poeta Rocío Silva. La trata de acomplejada, pituca, envidiosa, desadaptada, inútil y blanca pobre. Su obsesión por Rocío es extraña, no es la primera vez. Quizás lo atormenta pensar que su abuelo hubiera preferido tener una nieta poeta, en vez de un escribidor de insultos, mentiras y odio contra todo el que no piensa como él. 

Pero esta vez el muy poco honorable periodista se pasó de la raya, no por su lengua de serpiente que ya es conocida (se desacredita solo) si no porque citó, para agredir a Rocío, al poeta Nicomedes Santa Cruz. Aldo Mariátegui parece desconocer por completo la trayectoria política del poeta, comprometido con las ideas que él detesta. Santa Cruz, de estar vivo, seguro que le dedicaría una décima con la que nos haría reír a todos.

Pero la poesía es cosa seria y no perdona, Santa Cruz es posible que dejara estos versos para el escribidor:


Ni el color ni la estatura

determinan el sentir,

yo he visto blancos mentir

cual menguada y vil criatura.

Por esto, mi conjetura

no es dogma que se complica.

Muy claramente se explica

que, viviendo con honor,

nacer de cualquier color

eso a nadie perjudica.

Puede seguir escribiendo, señor Aldo Mariátegui, columnas y columnas cargadas de insultos, pero no recurra a los versos de los poetas para agredir, usted y la poesía son incompatibles.