Hace una semana el pueblo de Chile enterró la Constitución de la dictadura de Pinochet. ¿Cómo no pensar durante estos días en el último discurso de Salvador Allende mientras bombardeaban La Moneda? ¿Cómo no pensar en los detenidos en el Estadio Nacional, muchos torturados y desaparecidos? ¿Cómo no pensar en los que fueron arrojados al mar, atados a una viga de fierro para que se hundan en las profundidades del océano? ¿Cómo no pensar en los muertos en la lucha contra la dictadura? ¿Cómo no pensar en los desterrados y en los que vivieron y murieron en el exilio? ¿Cómo no pensar en Víctor Jara asesinado de 44 balazos después de ser torturado y partirle las manos? ¿Cómo no pensar en Violeta Parra y su canción “Me gustan los estudiantes”? ¿Cómo no pensar en los 41 muertos y los 400 que perdieron los ojos desde el estallido de la revuelta que forzó el referéndum?  

Y cómo no pensar también que en el Perú seguimos aún con la Constitución de la dictadura, fruto del golpe de Estado de Fujimori, condenado por crímenes de lesa humanidad. Los que la defienden y se niegan a enterrarla un día tendrán que dar explicaciones.

Mientras veía celebrar al hermano país en la Plaza de la Dignidad, recordaba todo el tiempo estos versos de Víctor Jara, que seguro también estaba sonriendo en esa plaza liberada.

‘’Ahí donde llega todo

y donde todo comienza

canto que ha sido valiente

siempre será canción nueva”